miércoles, 30 de diciembre de 2009


JULIO GONZÁLEZ ALONSO

*
DE LA CONDICIÓN HUMANA

A excepción del hombre, ningún ser se maravilla
de su propia existencia.
................................Arthur Schopenhauer


Minúscula silueta en el desierto,
sombra de un ángel nuevo, un dios vencido;
humana criatura, sol herido
alzado en solitario desconcierto.

Te sabes antes que nacido muerto,
ser antes que memoria, sólo olvido;
efímera la vida y lo querido
por la mano del tiempo ya cubierto.

¿Cómo sacando fuerza de flaqueza
a un cielo de universos infinito
proclamas la razón de tu certeza?

¡Qué admirable pasión, si el desatino
de esta vida y de toda su riqueza
de Nada ir a la Nada es su destino!


Julio González Alonso


*****

TIENES LA EDAD DEL AMOR

Como viene el mar azul sumiso
a la tierra volcánica,
en besos húmedos
tú llegas a mis costas,
entretienes mis arenas en tu boca
y abrazo la cintura de tu agua. Tienes
la edad del amor,
la que imparable asciende en risas a los ojos
llenos de luz de mediodía – y no hay
defensa,
no hay combate posible
en el campo de mi piel,
tierra donde dejas
el rosario de cuentas en huellas de los labios –

¡Qué resistencia inútil
al ocaso de los años; qué estéril
el vano enfrentamiento a la pujante vida!

Te contemplo a la caida
de las tardes de verano
con los últimos soles en los cielos de los días.

Te contemplo

sabiendo que las noches
pondrán racimos estrellados a los sueños
de antes de la madrugada,

cuando el mar azul sumiso llegue hasta las playas
con sonrisas de espumas en las olas

y el viento, cambiante, arrastre
las últimas caricias
a poniente.


Agua Amarga, 25 de julio de 2006


Julio González Alonso


*****

LA ARQUITECTURA DE LA ARAÑA

La ciudad se teje de hilos luminosos, metales
que ruedan, cimientos en el aire enrarecido.
Como la inmensa red de la arquitectura de la araña
extiende su abrazo mortal por el espacio
entregada a las manos invisibles
de sus sueños, aturdidas pesadillas de neón
y de cansancio, el frenético zumbido que recorre sus arterias
y golpea en latidos moribundos todas sus extremidades.

Allí es el hombre, lepidóptero o gusano constructor
en su crisálida; allí es el vuelo al destino de la muerte,
el gemir breve del sexo en amor de alcoba,
allí es la luz del gozo efímero cuando cae el día
engullendo la noche de las calles y los supermercados,
cuando se detiene el ritmo acompasado
de su corazón de trenes suburbanos; los quirófanos
duermen. Cuando traspasan los océanos las palabras sonámbulas,
qué cabe esperar
si las mariposas se extenúan volando alrededor de millones de soles diminutos.

De ese hilo resistente,
de esa tela de araña
de ese mundo interior
vengo.


Julio González Alonso

jueves, 24 de diciembre de 2009

.

MARÍA GARCÍA ROMERO

*
ALZHEIMER

Como soñando habla,
igual que en un ensueño,
trayendo del olvido,
llenos de polvo y lágrimas,
azahares marchitos, enmudecidos pájaros
y, rostros como ceras de amargos limoneros.
Oh hermoso corazón.!
Oh canto inagotable!...
Uno a uno los nombras
y, en el aire, en la casa
flotan rosas y espectros.
Y ya nadie conoce,
quién es quién frente a frente.


María García Romero

Este poema fue seleccionado por Dolors Alberola,
para la revista del mes de septiembre "Sabor Artístico" .


*****

La Mar que resbala por mis hombros,
el cerco numantino de mi sombra.
Tu pie izquierdo en la noche,
el derecho en el alba.
Sobre el cielo estrellado,
ese tambor de roca que es la luna.
En mi puerta la tierra de mi infancia.
El ángel del amor, mirando sin pupilas
la blanca flor del cactus.
Entre las líneas de un mensaje,
la música brotando,
como si sólo hubiera un hombre sobre el mundo
y, mi rostro de barro, mudara con sus manos.
Y siempre estuve allí,
y este silencio, tan sólo sea un sueño
y, al despertar, no podré recodarlo.


María García Romero


*****

HERMANOS

Unos cantan y aman
la raíz de su canto.
Otros fueron la sombra
despiadada del viento.
Hubo quien recogió
del infierno, sus lirios.
Quien nunca tuvo edad
y, fue tan sólo polvo.
Quien siendo luna nueva
pudo también mutar,
el sol en un eclipse.
Hijos hambrientos que,
devoraban locura,
cárceles, soledades.
-Brújulas que marcaban
el Sur, en vez del Norte-
Inviernos que surgían
de veranos de angustia
y, una noche alargada
en todos los espejos,
de juicio sumarísimo
sobre cada conciencia.


María García Romero

jueves, 17 de diciembre de 2009




ADRIÁN PÉREZ

*
CUATRO PAISAJES DESDE UNA MONTAÑA


INVIERNO

Un incesante cierzo huracanado
traspasa la tersura de la nieve.
Muestran sus esqueletos de madera
los árboles desnudos en silencio.
Lanzan los fuertes robles su mirada
hacia los encinares que vestidos
de hojas perennes pasan el invierno
así agoniza un corazón desnudo
cuando su hoja marchita arrastra el viento,
frío, triste, sensible, solitario,
caduco, sin un manto que mitigue
el hielo en la terrible soledad
instalada en la angustia de los hombres.
¡Ay! Árboles que sufren un invierno
crudo de lluvia y nieve desprendida
al marcharse los días soleados.


*****

PRIMAVERA

La suave brisa, el tibio sol que llega
acariciando la redonda cima
de la hermosa montaña aún nevada.
Contemplo el nacimiento de los verdes
brotes que van surgiendo de las ramas
mientras vas despertando, primavera.
Se agolpa palpitando aquella sangre
que permaneció quieta con el frío,
renaciendo la savia adormecida.
Ya se ven florecidos los romeros,
los pequeños tomillos perfumados
que con su dulce pálpito enamoran
como una fiel caricia recibida.
Cada año al regresar van resurgiendo
todas las inquietudes y deseos,
los sueños que queremos ver crecer
en la naturaleza florecida.
¡Es hermoso pensar en ilusiones
que pueden florecer en primavera.


*****

VERANO

El fuego del bochorno abrasador
tiñe con su color de limonares
las espigas doradas de los trigos.
Se terminó el verdor primaveral
y florece romántica la rosa
rompiendo los desnudos corazones.
Verano, aquí te aguanto en la montaña
cercano a la frescura de la fuente.
Escucho esquilas entre manzanilla
sintiendo los olores del espliego.
Recibo un suave amor como una fruta
silvestre, como el canto lisonjero
del ruiseñor que llena todo el valle
con el dulce sonido de sus trinos.
¡Oh verano! En tus noches estrelladas
laten los corazones que se juntan
mientras voy recogiendo la sonrisa
que brota de unos labios perfumados.


*****

OTOÑO

Se desprenden las hojas en silencio
de los caducos árboles, sin rumbo
el viento del otoño las arrastra
con una amarga pena horticultora.
Se caen como un lento amor nacido
en una noche loca de verano,
entre gotas de lluvia como lágrimas
tristes de una esperada despedida.
¡Ay, otoño! Que llegas tan despacio
cambiando los colores del paisaje,
dejando tus imágenes doradas
en los chopos al lado de la fuente.
Sopla el cierzo anunciando un frío invierno;
se desnudan las ramas de los robles
y las encinas siembran sus bellotas.
Se desnuda el amor de un corazón
que en un suspiro el viento fue arrastrando.
Quizá vuelva a brotar en primavera
mi corazón herido y deshojado
como los fuertes robles siempre altivos.


Adrián Pérez

miércoles, 9 de diciembre de 2009


VENEZIA LESSEPS

*
UN PELDAÑO TRAS OTRO

Un peldaño tras otro
la luz desciende lentamente
por la alta balaustrada de la tarde:
vienes a mí como un corcel cautivo

como un corcel al viento de la tarde
vienes, como un mágico cántico
coronando el perfume de las flores silvestres
y de las madreselvas.

Y yo, que espero en la nostalgia espesa
de mi cuarto burgués: sobre un jarrón
de flores marchitadas la marina del fondo,

el canapé de raso, la ventana entreabierta
que mira a la bulevar y mis recuerdos
enredados entre papel y versos … y un teléfono sordo.


Venezia Lesseps


*****

ORACIÓN PARA UNA MADRE

Gracias diosa mía, por sentirte.
Gracias por no haberme creado como a los demás:
insensibles, tozudos, ostentosos asexuados
e ignorantes como perros.


Gracias por haberme formado
a tu imagen y semejanza.
Odio a Wolfe y a Carver
madre, lo juro.
seguí tus enseñanzas.
Las seguí, lo juro
odio a Wolfe y a Bukowski.
Por qué me rechazas entonces,
madre.


Madre, te amo.
Te amo, madre.

Ya somos una muchedumbre.
¡Me cuesta tanto olvidarte¡
“Allo, allo maman, bobo,
maman comment tu m´a fait j´suis pas belle »*

Madre, viví en Clitemnestra
y ahora soy Orestes, madre.

No puedo olvidarte,
olvidé quien soy,
Madre, por qué me creaste así.

Somos muchedumbre
los paridos por tu útero bendecido.

Madre, soy así.

Lo intento, madre.

¡Pero me cuesta tanto olvidarte¡


Venezia Lesseps

miércoles, 2 de diciembre de 2009


FELIPE FUENTES GARCÍA

*
ANGOSTURA

LA LUZ se adelgazaba lentamente
en el hondón del tiempo. Tú
todavía cabías en sus ojos.

Luego su ausencia entera entraba en ti
como nieve en el humo,
como el silencio
en la ahogada latitud del páramo.

Tú hilabas
un vellón de dolor interminable
bajo el oscuro blanco de aquel rostro. Ibas
de rama en rama entre sus párpados
como el ave sedienta de la luz que sostenía
el solo amor en vela de su cuerpo.


Felipe Fuentes García


*****

MALVA Y GRIS

APENAS queda sed en los varales
de un verano ya muerto. El griterío
de la niñez del verde baja al río
a lavar la memoria de cristales.

Los álamos del tiempo hacen señales
con pañuelos de fronda, graderío
de luz encaramada al desafío
de la hiedra que nubla los tapiales.

En surcos los silencios desperezan
polvaredas del barro. Tras las eras,
mientras, veladas cúpulas de calma,

los humos blancos de la aldea rezan,
la soledad arrasa las banderas
—malva y gris— de los páramos del alma.


Felipe Fuentes García


*****

EL ÓLEO DEL DESVÁN

ALZO la luz y, al parpadeo,
una forma se adentra y abandona
el claroscuro. Advierto que la siguen
unos ojos tras grumos de arcilla o de ceniza.
Y no sé si se enciende
algún verde inmortal en su mirada
o si es el arte, acaso, el opio
que recrea el latido o lo alimenta.
Vago en mi sombra y brilla el aire.
Alzo la luz y creo la tiniebla.
Y se elonga el temblor desde el recuerdo
hacia un recinto en el que pugnan
la mirada, el fanal y el bastidor.


Felipe Fuentes García