jueves, 6 de octubre de 2011



FAUSTINO LOBATO

*
HOY RECUPERO A BAUDELAIRE

A Gema
en el día de S. Valentín
del 2008

A veces soy pájaro
en el monocorde sonido
del corazón, que se alegra de verte
y en tu aire planea dejando
atrás ese cielo de nubes
que otro día me impidió
seguir el rumbo.

A veces soy nave que conduce
mi cuerpo hasta la playa del sol
donde un ángel, borracho de luz,
me besa. Mágico sueño repleto
de tu aroma que ofrece
suspiros en este jardín regado
de caricias
y tem
blo
res.

A veces fui un pobre diablo
que, lleno de dudas, se consumía
en otro amor lleno de muerte
lejos del calor de tu ropa
que ahora abrasa el alma
de esta piel siempre a punto
de abortar silencios.

A veces soy fiera salvaje
incapaz de sofocar este fuego
que brota en tu presencia,
la dulzura de saber que estás aquí
en un encuentro que reclama la pasión.

A veces soy cielo que huye
de los desastres, reflejo de olas
en este océano donde navego.
Silencioso vivir que mantiene tu rostro
a resguardo del odio de la sangre
que rechaza el abandono.

A veces soy la herida sana
de un profundo desaliento.
Tanto es el amor que no hay culpa
capaz de cubrirme de pecado,
sólo
perdón
para olvidar la miseria del camino.


Faustino Lobato


*****

ESCULTOR DE LUCES

Gira la vida en este patio de voces
que alimentan geranios agostados
a merced de este escultor que duerme
oculto en los pliegues del alma.

Se aquieta la razón entre las manos
rotas en el círculo imposible
de ese volver atrás que ronda
los oídos de esta carne en vigilia.

Llora el escultor loco de amor,
ante la obra de la luz, un grito
que se asoma al umbral
de este animal que le posee.

Ficción de héroe destronado
que huye de la claridad
con el veneno de las sombras
para morir después

en este mar de anhelos.

No hay marcha atrás, generoso
el abismo devuelve el eco
de una estrella dibujada entre risas.
El escultor repite inocente
la medida del gozo escogido.

El hoy tiene algo de ayer, de ese escultor
que descansa en el fondo de la brisa,
en el olor de las palabras
por decir.


Faustino Lobato


*****

VOLVER

A Lisboa,
la ciudad de la luz

I

Busco en la luz de la memoria
y te encuentro blanca,
vestida de río:

Lisboa.

Recortada en la orilla rojiza
de las Docas
después de bajar
por el vértice dorado
de la Alfama.

Las sílabas vuelan
arropando tus sombras en la Baixa,
hasta desgranar verbos amantes
en las cuestas del Bairro Alto.

Lisboa, verde y dorada
vertida entre colinas
hacia el océano de la tarde.

El sol deja mensajes
en la pátina manchada de azulejos,
en el beso multicolor
de los miradores.

Lisboa, sabor de mar
en los ojos del recuerdo.
Volver es el gesto
para calmar la sed
de esta marea de versos
que descansan
en la memoria de los días.


II

Salta la noche
en los ojos del Tajo.
Lisboa duerme.

Me duelen las sombras.

Las luces de las piedras
respiran el sello de nadie.
Todos estamos presentes,
vivos,
bajo el alma de las estatuas.

Las miradas se confunden
con las voces.
Hay gritos que no vuelven,
huyen.
Sólo el eco de la noche
les permite regresar.

Lisboa descansa,
como un barco de cristal.
Libre, escapa del tiempo
y navega en las alas del sueño.

Todo está aquí,
encerrado en este cofre
de piedra y mar,
al alcance de la mano.


Faustino Lobato