miércoles, 17 de febrero de 2010


DOMINGO F. FAÍLDE

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TENTACIÓN

A Dolors Alberola


¡Sal, sal fuera, huye, escapa ...!
Luis Antonio de Villena


Si el invierno te duele,
si la nieve y el frío
en tu jardín azotan los rosales
y el cierzo alza murallas
entre tu voz y el coro de los pájaros,
déjalo todo, arroja tus metales
a la tundra y, descalza,
envuelta en el calor del verbo limpio,
abandona el inhóspito reducto
de tanta oscuridad, eleva el vuelo,
ven al Sur: todavía
pasean los jazmines por la aurora
y la lluvia acaricia jacintos en el mar.

Te daré todo esto si, postrada ante ti,
solamente un poema plantas en mi parterre.


Domingo F. Faílde
(De Las sábanas del mar, 2005)


*****

IDILIO

LA soledad
me ha visitado hoy.
Sentada en el sillón, conversaba en voz baja,
que en la calle hacía frío, que los precios
subían, incesantes, que si has visto
la última película de Alejandro Amenábar,
que cómo sigue Cádiz tras la huelga, esas cosas
con que se mata el tiempo y los fantasmas,
dejando que la niebla del cigarro, larguísimo,
volase por la estancia, como un ave invisible.

Por no perder el tiempo ni acaso la costumbre,
le hice proposiciones deshonestas,
que te acuestes conmigo, que hagamos el amor,
para vencer el ocio y combatir el tedio.

Por el mismo motivo, esbozó una sonrisa,
cogió el bolso y los guantes,
dijo adiós y se fue calle arriba.
Me quedé como estaba, con mi silencio a solas,
recordando la letra de un bolero. A lo lejos,
siempre hay alguien que canta en estos casos.


Domingo F. Faílde
(De Región de los hielos perpetuos, 2008)


*****

ORACIÓN DEL DESESPERADO

Apóstate, Señor, en la esquina más próxima
y asáltame en la noche, mientras duerme
la ciudad y, borracho, yo regreso a mi casa.

Que no tiemble tu mano
al asestar el golpe. Sé limpio,
pues no cabe mayor piedad que un tajo
profesional, certero, fulminante,
sin dar opción al tiempo y sus ardides.

Date, luego, a la fuga
y deja que mi alma muera también conmigo.
La eternidad es tuya: llévate mi cartera
y arroja a la basura mi carné, los papeles,
demasiado profanos y, desde luego, inútiles;
también y, sobre todo, mis poemas, los libros
que escribí. La tristeza,
quédatela, Señor, véndela al peso:
ella es la suma exacta de mi vida.


Domingo F. Faílde
(De Retrato de heterónimo, 2008)


© Domingo F. Faílde