jueves, 28 de enero de 2010


DOLORS ALBEROLA

*
LADRÓN DE SUEÑOS

Le estoy robando al tiempo cada imagen.
Cada día perfilo la línea de una torre,
el enigma del vuelo de los pájaros,
el olor de las rocas, cuando caen al mar,
las faldas amarillas de la luna.
Observo, lentamente,
cómo se aman los perros, las orugas,
los tercos moscardones de la tarde,
los muchachos de barrio en las esquinas
de esta vida que acaba cuando nadie
quiere ponerle el punto de remate.

Le estoy robando a Dios su arquitectura
por si acaso no hay nada tras la muerte.


Dolor Alberola

(De El libro negro, 2006)


*****

THAT BLOODY PONIARD OF THE LOVE

Me hablaron del amor, mas qué era eso.
Las mañanas llevaban el color del amor
y no se percibían sus dedos amarillos.
Buscamos el amor.
Arduamente buscamos el amor.
En millones de tiendas encontramos
objetos muy preciados. Abanicos antiguos,
ajados abalorios de reinas y princesas,
relojes que, aún muertos,
conservaban las horas por estética.
Preguntamos: ¿Eh, Sir,
conoce usted el peso del amor,
sabe de aquel entonces cuando existía puro
y podía obtenerse, tal vez, a poco precio?
Oh, no, mí no saber el precio del amor,
pregunte usted otro comercio,
mí no tener amor, señor,
ser very difícil encontrar el amor,
pero no sufra:
mí tengo sucedáneos del amor,
slips muy atractivos, orquídeas muy baratas,
preservativos verdes con sabor a café.
No se puede, señor, pedir caviar
en ciertas ocasiones.

Entré en una taberna y allí encontré el amor.
Tomamos otro tinto de verano.


Dolors Alberola

(De Historias de snack-bar, 2000)


*****

ESCUCHO CÓMO UN VALS CRUZA LAS OLAS

Baila el mar en el cuenco
profundo de la tierra.
Gimen todas sus olas los naufragios
de pendencieros barcos que viran hacia nunca.
Caen rotos los cuerpos, bramando astillas térreas...
Yo estaba en un naufragio
y a jirones de seda mis caricias
iban rotas a dar al fuego del invierno.
Cuando mi mano era un áncora de herrumbre
buscando en derredor otra lujuria
vi pasar esa sombra, el lento marinero que arrastraba
tu rostro, el mascarón
de madera encendida. Se extinguiera
de mi forma ese miedo a no ser nada.

Baila lenta la mar
y en el centro una hoguera. Hay una nota
de piano que suena,
se repite en el cielo como un astro
que huyese de la luz hacia el sonido.
Yo dejé el infinito para amarte.


Dolors Alberola

(De Frédéric Chopin toca el piano, 2004)


Todos los derechos reservados
© Dolors Alberola

viernes, 15 de enero de 2010


PERFECTO HERRERA RAMOS

*
EL ESPLENDOR DEL DESAMPARO

La cucharilla de café
- única compañía-
remueve el poso
de la tristeza.

Cerraste la puerta y
se fue la mañana.
El cuadro de la casa
se quedó fijo, ladeado
en su propia soledad.

Ya estoy fuera de ti,
expulsado, perdido,
olvidado de tus ojos.

El poso del café
augura, en su noche
de amor sombrío,
el esplendor del desamparo.


Perfecto Herrera Ramos


*****

POEMA 26

Cuando pase el tiempo
te contaré una historia:
no fui yo, fue mi sombra,
mi sombra recostada,
la que se vio inundar.
Mas ancha, mas extensa.
Como si hubiese sido,
siendo día, noche oscura.
Su propio estremecimiento
abrió mis ojos, mas nada:
el mar centelleaba. Luz,
pura luz había.

Hoy lo sé: fue tu sombra,
tu sombra que pasaba,
e inundo la mía.


Perfecto Herrera Ramos


*****

LA NOSTALGIA DE LUZBEL

Hay una nostalgia en mí,
una nostalgia de la luz, de lo lumínico,
la luz que ilumina el mundo.

Todo, en aljamía, atestigua
que mi propensión a la luminosidad
es un arcano conocimiento:
me sé dueño de mi propia oscuridad.

Ante la luz inmatura,
evanescente, diáfana,
que hace fácil agua y roca;
ante la cenital luz
cernida por los árboles,
tan amada para las almas,
tan clara para los inocentes,
yo, piedra oscura,
que digo piedra, carbón puro,
rebeldía llevada al infinito soy.

Yo, que tanto amo la luz,
-a ella debo mi nombre-
soy un agujero negro.
En mí entenebrecen las estrellas.

La oscuridad absoluta
es la cofa desde donde gobierno
mi libre albedrío.

No es infierno ni es morada,
es libertad suprema.

Amo la luz
pero no su línea recta,
amo su esplendor
pero no su tiranía.

Amante extremo del día,
reino en la noche oscura
por decisión propia.

Mas la nostalgia me traiciona
y hay a veces destellos en mis alas
y fuego en mi mente
que encienden una hoguera..
...pero …solo de nostalgia.


Perfecto Herrera Ramos

miércoles, 6 de enero de 2010


ANA MUELA SOPEÑA

*
HORAS PRESENTIDAS

Te amaré,
en las horas presentidas del crepúsculo,
entre gaviotas suaves de silencio,

sonámbula en la piel del desarraigo,
vestida con la lluvia de tu voz.


Ana Muela Sopeña


*****

CALEIDOSCOPIO DE MUJERES

No soy una mujer,
soy un caleidoscopio de mujeres...

He venido con Lilith desde el fuego,
a través de lo oscuro primigenio
de heridas y de sangre.
Con sal en esas grietas del abismo
que inunda de obsidiana la belleza.
Jadeos de la sombra
entremezclados con la piel.
Astillas del derrumbe
en el cuerpo del agua y de la tierra.
En cenizas y brasas,
Lilith baila mi luz,
en volcanes de sílabas y signos
que trazan en umbrales de coral
trayectorias ansiosas de una Hespéride.

Pero también soy Eva
que silencia su aliento en sauces de los siglos
y respira la vida en sus orígenes.
En la interdependencia de relojes,
las brújulas sonoras resquebrajan
cementerios de lúpulo o de lirios.
Una búsqueda errática
abre cauces al sueño de la bruja,
en las cuevas del sur con belladona
o en la raíz extraña de los astros.

Con Sofía me pliego al vals del código,
me columpio en las letras de los clásicos,
sumerjo en bibliotecas de los árboles
esa caligrafía de los lobos
que, en diccionarios de ábacos,
persigue los egrégores del humo.
Acuden los milenios a mis manos
como íncubos pícaros.
Desciendo por las élites
en líneas de los círculos del tiempo.
Voy bajando sin miedo por la historia
hasta llegar a clanes paleolíticos
que buscan la abundancia en territorios,
donde un ritual de caza
contempla los crepúsculos alados.

Me elevo como virgen de Corfú
corriendo por los prados del placer,
con túnica de dríade,
soñando y al acecho...

Tengo un cesto de mimbre
que entrelaza mis células
con Lilith
en cabañas de madera,
con Eva
en la raíz del estramonio,
con Sofía
en el mar de los Sargazos
y con la virgen griega
en gineceos
protegidos sin límite por tortugas y leonas.


Ana Muela Sopeña